miércoles, marzo 01, 2006
[encuesta/survey] Shut la Bocota
Como veo que la Placa ha crecido bastante y no conozco a varios miembros, me gustaría hacer una pequeña encuesta.
-A quien aquí le ofende los comentarios vulgares o rajatabla que yo escribo?
Since the Placa has grown quite a bit and I do not know some of the members I would like to make this survey.
-I would like to know who here is offended by my posting, vulgar and explicit comments?
Simpsons 'trump' First Amendment
Cuando reabrirá el Teatro de la UPR?
Artículo
limpio
Se efectúan disonantemente sonidos estomacales, tengo hambre, se acaba de ir. Mi cuerpo esta relajado. Me pregunto por que es tan importante la relación con él, engullo una tostada y la concibo como parte de las construcciones ficticias del capitalismo, consumo virtual y físico de humanidad, común y corriente, típico. La confusión inventada a partir de la revolución industrial, yo estoy a salvo, nada de que preocuparse. Lo considero muy grave en la ducha. Lo pienso y lo repienso y me imagino cambiando la historia al chasquear mis dedos, al batir mis manos, como Lenin, un chiste, como Hitler. Yo también soy así y de reversa, reconozco fatuidad, mis emociones aprendidas en la tele, todas las ganas y me asusta la confusión. Vuelvo a mí, es por mí que caí en la cuenta de lo que pasa con el mundo externo, tengo la llama viva, soy un ejemplo. ¿Qué pasa? Poseer, proyectar, transferir, repetir, problemas de la gente ordinaria, mejor hacerme a un lado. Yo no tengo la culpa. ¿Me gustaría tener la opción? La melancolía se evita. Al parecer amanecí casi activista, desorden no, debo controlarlo. Entonces apago el agua y me doy cuenta de que he desperdiciado gran parte de la mañana, que aun tengo que zurcir las medias, tender la ropa, almidonar las camisas, cambiar la cama, cortar las flores y llamar a alabar a mi madre en su cumpleaños.
La casa esta reluciente de ayer, como si no tuviera nada más en que ocupar mí tiempo me pongo en la tarea de recoger las diminutas células muertas que se desprenden de nosotros en el piso y el polvo de la ciudad que se entra por las ventanas. Pasar el tiempo como si estuviera pago, no a producir más que lamentos en mi cabeza y dedicarme a hacer oficio toda la vida, un sueño hecho realidad. Me pregunto que tan preparada estoy realmente para asumirme como ama de casa, y me irrita pensar que aun no soy perfecta. Yo, perfecta. Voy a ganar con jabón mi delantal, una fascinación a la que tiendo o un complejo. Es difícil el siglo. Nada de eso, yo perfecta, hay que contenerse. Un impulso natural de desobediencia, inspiro, exhalo, inspiro, mi trapo, ya pasó, tranquila. Distraer la atención: lo útil que serían un delantal y unos guantes de látex amarillos. Tengo que manipular el churrusco para lavar el baño, las manos me arden. Soy joven me ha dicho, hay que hacer economía, eso viene con el tiempo. Sonrío al recordarlo.
Un marido es una desgracia. Echarse el yunque en la cabeza. Que imposibilidad, que recorrido por lo banal. Es una casita de ensueño. Me visita la suegra cada semana y trae galletitas, un encanto la suegra y yo mantengo esta casita impecable pero ella aun critica que me coma las uñas. Un sueño limpiarla, como no, como en las películas las sirvientas, no señora, nunca va a estar pasado de moda. Mi relación con el hogar es la efigie que nos mantendrá juntos, sobre todo cuando no venga a dormir o apalearme, pero debo permanecer siempre aquí para no romper el encanto del juego. Me he cuestionado bastante sobre el albedrío de la mujer de antes y la actual, sin diferencia aparte de la hipocresía profesional y el creciente de un supuesto nivel de estrés que obedece realmente cambios físicos en el ciclo. Lejos por voluntad de esas trivialidades que confunden a mi sexo, todavía no comprendo el porque persiste en mi algo que se niega a aceptar esta cincha rosada que ata la condición femenina a un pene y un par de chancletas.
Últimamente tambieen me ha preocupado la compañía de la televisión, no es que la vea mucho, pero es como mi perrito, más bien como mi dios, para que nos engañamos. Los programas policíacos gringos son para mi los mas atractivos por ser lo mas lejanos a mi imaginario, y tengo una interesante y amplia noción sobre como se construye el crimen en Nueva York y Miami, muchos héroes fuertes y mal hablados, hombres de verdad. Tambien me llama la atención la forma metódica de la recolección de información de los investigadores, es increíble que de un simple tapete plagado de lanas de gato y asqueroso por cierto, se pueda recoger ADN humano, aquí en mi casa no se podría, todo es tan bonito, tan estéril. Hago todo con la cajita, esta encima de un carrito y le tengo una antena larga, que llega a todos los rincones, igual que mi aspiradora. La contaminación viene de la mirada de reojo, el terror que tengo es a los reality shows y toda la televisión es eso en diferentes circunstancias. Tengo temor que la sobre exposición ajena este atacando mi sistema nervioso. Pienso en la desvergüenza, en la desnudez nacional, la moralidad sobre todo, me parece de muy mal gusto. Me daña la limpieza de mi linda casita que casi vuelve a estar libre de particulas. Me gustaría que el polvo fuera talco, sniff, pero mejor me reprimo, cómo atreverse a pensar en eso.
Es hora del café, hoy me ha rendido con el oficio, casi profesional y el vestido sin mancha de lejía. Cojo mi taza, hace un clima maravilloso afuera, voy al patio repasando lo que me falta, viendo orgullosa mis progresos. Laque los enanos del jardín y quedaron brillantes, se ven lo mas de lindos debajo de esas dos lámparas en forma de hongo que él me trajo el otro día y que al principio no me agradaron pero que después les encontré lugar y ahora si lucen su belleza. Hoy los voy a limpiar otra vez, como todos los días, me queda tiempo antes de pasar los vidrios.
El jardín de enfrente desprende una fetidez que daña mi tarde, mi limpieza se ve truncada, mi sonrisa placida desaparece. ¿Pero como quejarme? A traves de mi marido. Lo espero a la noche, para servirle la comida y masajearle los pies. A eso de las 8. No puedo llamarlo antes, por su trabajo, y he de soportar este vaho hasta que el aparezca. Me entro disgustada, manos en la nariz sin las caricias del sol. Debo renunciar a mis tareas, aburrirme o hacer el crucigrama antes de poner a hacer la comida. Me lo imagino chapoteando el agua en el baldecito y luego exigiéndome que le lime bien el callo de la planta del pie. Pobre, se cansa para el diamante que me prometió. Ya lo tiene blandito. Los humores de las medias paran de inmediato en la lavadora, los de sus pies los mejoro con aceite de lavanda y si ya es queso rancio lo que sale al quitarse los zapatos, con leche de magnesia froto y froto hasta que el olor cede y el calzado lo oreo por la ventana para que no se disguste. Los dedos están muy pelados, pie de atleta que va y viene, yo creía que era contagioso pero el otro día, me obligo a chuparle por horas sus pies para mostrarme que están sanos y sí están, pues no tengo síntomas extraños.
Todo esta limpio después de que vuelvo a limpiar. Las horas limpias. Cuando viene si hay algo en desorden, manifiesta su amor con cólera. Si se cae algo grita, tambien si me atrevo a cambiar las cosas de lugar. Me baño. Él es muy higiénico y le gusta mucho que yo tenga la casita bien limpiecita. Cuando llega se pone un guate blanco que guardo en la cómoda de la entrada y repasa las superficies con los dedos y con los ojos buscando excusas para no tocarme, si esta satisfecho me exige que me desvista y me palmea el culo, luego yo me agacho, le quito los zapatos y alisto el agua tibia y con voz apagada le pido que hable con el vecino, me tapa los ojos: un regalo, delantal y guantes con cariño.
Te trato de abrazar con delicadeza, me empujas. Mira, se me resbala una lágrima de emoción. Gracias.