viernes, julio 28, 2006

¿Un vaso medio lleno?

Aunque con un lenguaje un tanto incoloro, simplón y con resabios de colonizado, el Señor Collado ofreció recientemente un discurso con el que puedo afirmar que estoy mayormente de acuerdo . ¿Alguien secunda?

Puerto Rico: Un vaso ¿medio lleno o medio vacío?

"Vivimos en unos tiempos en los cuales el pesimismo es la orden del día. Sin embargo, yo soy de los que ven el vaso medio lleno y no medio vacío. Me siento optimista por varias razones, pero en este mensaje me voy a concentrar en dos razones: En el siglo XXI el elemento más importante para un país es el recurso humano. Y Puerto Rico no tiene paralelos en cuanto a la calidad, diversidad y profundidad de este recurso. Nuestra gente ha alcanzado consistentemente la cúspide internacional en casi todas las disciplinas durante los últimos siglos..." (...continúa)

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-¿Quién es Collado Schwarz?
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

(Continuación del discurso Puerto Rico ¿Un vaso medio lleno o medio vacío?)

...En el siglo XXI el elemento más importante para un país es el recurso humano. Y Puerto Rico no tiene paralelos en cuanto a la calidad, diversidad y profundidad de este recurso. Nuestra gente ha alcanzado consistentemente la cúspide internacional en casi todas las disciplinas durante los últimos siglos.

En el siglo XIX, Eugenio María de Hostos era reconocido como uno de los principales educadores en Chile y Santo Domingo. Recientemente, un profesor inglés publicó un libro titulado Los cincuenta principales pensadores educativos…de todos los tiempos. En la lista incluyó a Confucio, Sócrates, Platón, Aristóteles, Jesús, San Agustín, Rousseau, Kant, Darwin, Nietzsche, Gandhi, Russell, y sólo dos hispanos: Ortega y Gasset y nuestro Eugenio María de Hostos. En ese mismo siglo XIX Puerto Rico tenía a unos de los más prominentes médicos en París, la capital de la ciencia en ese siglo, al Dr. Ramón Emeterio Betances. Paralelamente Betances era el embajador de Puerto Rico y Cuba en Francia, desempeñando un papel protagónico en la lucha libertadora del las islas hermanas. En París, la capital de mundo del arte en ese siglo, Francisco Oller se distinguía y era el maestro de Cézanne, uno de los baluartes del impresionismo francés. Nuestros militares, como el general Antonio Valero, luchaban junto a Simón Bolívar en la guerra de liberación en Venezuela, y Juan Rius Rivera y Pachín Marín batallaban prominentemente en la guerra de independencia en Cuba. Nuestra poeta Lola Rodríguez de Tió abría brecha en el mundo literario hispano.

Con el cambio de soberanía, la nueva Metrópoli alegaba que Puerto Rico no tenía la madurez para autogobernarse y, por ende, tenían que asumir nuestro derrotero. Sin embargo, me pregunto: ¿cuáles eran los políticos en la Metrópoli que podían competir en el nivel de nuestros políticos de la talla de un Luis Muñoz Rivera, José Celso Barbosa, José de Diego, Antonio R. Barceló, Manuel Zeno Gandía, Rosendo Matienzo Cintrón, Santiago Iglesias Pantín, Nemesio Canales o Luis Llorens Torres, entre otros?

En el siglo XX los puertorriqueños cubrieron casi todos los campos y partes del mundo: el tenor Antonio Paoli cantaba en los principales centros de ópera del mundo, y se convertía en “el rey de los tenores y el tenor de los reyes” la música de Rafael Hernández conquistaba a México, Cuba y el resto de América Latina; se ganaban el “Oscar” en Hollywood José Ferrer, Rita Moreno y Benicio del Toro, y Jacobo Morales y Tommy Muñiz conseguían la nominación para mejor película extranjera; Justino Díaz inauguraba la prestigiosa Metropolitan Opera House en Nueva York e interpretaba al Escamillo para el legendario Herbert Von Karajan en Salzburgo; Raúl Juliá conquistaba a Broadway y Hollywood; Pancho Rodón y Julio Rosado del Valle escalaban las subastas de Sotheby’s y Christie’s; Chichi Rodríguez ganaba torneos de golf; Roberto Clemente y Peruchín Cepeda emergían en el Salón de la Fama del Béisbol de Grandes Ligas, y entraba una nueva generación en las Grandes Ligas encabezada por Carlos Delgado; Germán Rieckehoff incursionaba en el Comité Olímpico Internacional; Francisco Matos Paoli era nominado para un Premio Nobel en Literatura; Luis Rafael Sánchez apareciendo en los anaqueles de las principales librerías en Madrid, Julio Bird colocando la bandera de Puerto Rico en el punto más alto del planeta: Mt. Everest; Richard Carrión destacándose en el mundo de las finanzas internacionales privadas y sin fines de lucro, y Dennis Rivera liderando uno de los principales sindicatos estadounidenses. Carlos Picón dirigiendo el departamento greco-romano de uno de los principales museos del mundo, el Metropolitan Museum of Art, en Nueva York. Ricky Martin conquistando los puntos más altos de la música popular mientras que Marta Casals dirigía el principal centro musical en Washington DC, y puertorriqueños no tan conocidos ocupando puestos prominentes en orquestas importantes, corporaciones multinacionales, organizaciones como la NASA y en universidades. Me he limitado a mencionar a personas nacidas o criadas en Puerto Rico, y no a los descendientes de puertorriqueños.

El reconocimiento internacional al talento puertorriqueño es uno muy digno y muy por encima de lo que proporcionalmente nos corresponde. El elemento más importante de un país es el recurso humano. Con ese recurso humano uno puede resolver cualquier problema en la vida, nada es imposible. Puerto Rico ha sido superdotado con un manantial de talento; no conozco un país que tenga más talento por kilómetro cuadrado. Probablemente la distinción más simbólica que hemos recibido fue cuando nuestro equipo de baloncesto derrotó al Dream Team de los Estados Unidos en las Olimpiadas de Atenas en el 2004, y Carlos Arroyo inmortalizó el momento resaltando orgullosamente su camiseta nacional. Era un sueño imposible que nuestro equipo lograra esta hazaña, y este gran logro debe servir de modelo y estímulo para que Puerto Rico supere cualquier crisis. La clave para el éxito son el talento, el foco, la disciplina y la perseverancia.

Este talento ha surgido de la sociedad que hemos creado la cual ha tenido un marcado énfasis en la educación. El recién publicado estudio de la Brookings Institution y el Centro para una Nueva Economía nos señala que el promedio de educación de los puertorriqueños aumentó de 2.7 años en 1940 a 11.0 años en el 2000. Esto posiciona a Puerto Rico en los niveles de los Estados Unidos, Francia, Finlandia e Irlanda, y por encima de Argentina, Chile y Uruguay. En 1960 el 3.5% de la población mayor de 25 años era graduado de universidad; en el 2000 esa cifra aumentó a 18.2%. Sin embargo, el status actual no ha permitido que la economía crezca al nivel del sistema educativo… esto fuerza que muchos de nuestros graduados tengan que emigrar a otros países. Es absurdo que los contribuyentes de Puerto Rico paguemos para educar a nuestros jóvenes, y otros países sean los que reciban el beneficio de nuestros profesionales. El país más pobre subsidia a los más ricos. Me pregunto… ¿Tiene esto sentido?

Los medios de comunicación publican noticias sobre los profesionales que abandonan nuestro país, pero no destacan que nuestras estrellas se quedan en Puerto Rico o se mantienen ligadas estrechamente con el país desde sus plataformas internacionales. Más aún, tenemos casos de puertorriqueños, como el del Dr. Walter Frontera, quien deja su prestigioso puesto en la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard para asumir el decanato de la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico.

La principal razón para mi optimismo es que Puerto Rico tiene el recurso más difícil de conseguir… el talento humano. Imagínense lo que Puerto Rico podría lograr si este talento trajera a sus amigos y colegas de otras partes del mundo a compartir en nuestro país. Obviamente, esto no es posible cuando el status actual no nos permite decidir quién puede venir a residir en nuestro país. Un burócrata en la Metrópoli determina quién ellos entienden que puede entrar o salir de nuestro país sin consideración alguna de nuestras prioridades.

Esto me lleva a la segunda razón de mi optimismo, que es la coyuntura histórica en que se encuentra el país… nos está llegando el momento de la definición.
Luego de quinientos años de coloniaje y de indefinición… nos acercamos a un momento de definición. El siglo XXI nos ha traído tres eventos trascendentales. Primero, la desmilitarización de Puerto Rico con el cierre en Ceiba de la última de las bases navales; por vez primera en quinientos años, Puerto Rico no es un bastión militar. Segundo, los cuatro estudios preparados por lo que el senador Moynihan llamaba el “Gobierno Permanente en Washington”, diagnostican la situación política y económica. Me refiero al Congressional Research Service, al informe de la General Accounting Office o GAO, al Informe de Casa Blanca y al histórico informe del prestigioso tanque de ideas, la Brookings Institution; y tercero, el comienzo del proceso de reducir los incentivos federales, identificados por los estudios como la semilla de los males en Puerto Rico.

Las señales de la Metrópoli no pueden ser más claras. Evitarlas y pensar que nada ha cambiado es ignorar que el mundo ha cambiado… optar por el inmovilismo es continuar el paulatino deterioro de nuestro país. Es el síndrome del avestruz que metiendo su cabeza en la tierra presume que reina la calma.

Para poder definirse, uno tiene que tener una composición de lugar y analizar las opciones. Uno de los grandes problemas que confrontamos es que continuamos discutiendo las opciones de status utilizando nombres y definiciones que responden a la realidad de principios del siglo XX. Nos quejamos de que el pueblo está confundido, pero ¿cómo no va a estarlo cuando los nombres que usamos para definir las opciones de status son confusos? Hay que comenzar definiendo correctamente esas opciones de cara al siglo XXI. La estadidad se debe conocer como anexión, el Estado Libre Asociado se debe conocer como territorio o colonia y la independencia se debe conocer como soberanía.

La estadidad, que Barbosa llamaba la “patria regional” o algunos llamaban la “estadidad jíbara”, no existe. Estados Unidos dista mucho de lo que los fundadores de la primera democracia concebían como una federación creada entre estados autónomos. Ahora es un país centralizado y federalizado. La estadidad no es una opción para Puerto Rico porque Estados Unidos no la quiere, y sobre eso ha sido consistente en sus mensajes por más de un siglo. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Hemos perdido más de cien años discutiendo una opción que no es real.

Quiero resaltar diez señales significativas que la Metrópoli nos ha enviado durante un siglo, exponiendo su sentir en cuanto a la estadidad para Puerto Rico. Algunas son directas, otras indirectas:

La primera señal la recibimos apenas unas semanas de firmado el Tratado de París, cuando el 21 de enero de 1899 se reúne el presidente William McKinley con la delegación puertorriqueña compuesta por Eugenio María de Hostos, y los doctores Manuel Zeno Gandía y José Julio Henna. Los puertorriqueños salieron descorazonados tras palpar que ni la estadidad ni la independencia para Puerto Rico estaban en la mente de la nueva Metrópoli. Comprendieron que la Proclama de Miles anunciando que la llegada de los estadounidenses traía libertad, protección y prosperidad, fue el resultado de la euforia en el momento de la conquista y una quimera mental del conquistador.

La segunda señal nos la dieron cuando en 1922 el Tribunal Supremo, presidido por William Howard Taft, confirmó que Puerto Rico es un territorio no incorporado y declaró que Puerto Rico pertenece pero no es parte de los Estados Unidos. William Howard Taft conocía bien la situación territorial ya que había sido gobernador de las Filipinas, gobernador interino en Cuba, Secretario del Departamento de la Guerra y Presidente de los Estados Unidos.

La tercera señal nos la envían en 1932, cuando los Estados Unidos, que desde que firmaron el Tratado de París, arbitrariamente nos habían cambiado el nombre a Porto Rico, nos devuelven nuestro nombre… Puerto Rico, rendidos de la ilusión de americanizar a nuestro país hispano.

La cuarta señal nos la dan en 1934, cuando el poderoso comisionado residente en Washington, Santiago Iglesias Pantín, y quien contaba con el respaldo de los sindicatos estadounidenses, introduce proyectos de estadidad en varias sesiones sin que llegaran a salir del Comité. Ésta era la década de la hegemonía del anexionismo en Puerto Rico, con control político de ambas cámaras legislativas y un gobernador estadounidense. Se trató por todos los medios de convertir a Puerto Rico en un territorio incorporado, que es el primer paso hacia la estadidad. El almirante William D. Leahy combatió ferozmente estas movidas y terminó siendo nombrado gobernador de Puerto Rico, lo cual afectó adversamente la hegemonía política del anexionismo en nuestro país.

La quinta señal nos la envían en 1946, cuando el presidente Truman veta un proyecto de plebiscito aprobado por la legislatura de Puerto Rico. Truman anunció que los Estados Unidos no estaban dispuestos a ejecutar los resultados de un plebiscito, sin importar cuál fuera el deseo del pueblo de Puerto Rico.

La sexta señal nos la dieron en 1961, cuando se realizó la quinta y última visita oficial de un presidente de los Estados Unidos a Puerto Rico. Desde ese año Puerto Rico ha tenido tres gobernadores anexionistas que han gobernado por 20 años, en 16 de los cuales hemos tenido gobernadores anexionistas afiliados al mismo partido del presidente de los Estados Unidos, y sin embargo, ningún presidente nos ha visitado oficialmente en más de casi medio siglo. ¿No es lógico pensar que si los Estados Unidos estuvieran interesados en que Puerto Rico fuese un estado, habría venido un presidente a visitarnos?

La séptima señal nos la enviaron en 1976 cuando el presidente Gerald Ford respaldó abiertamente la estadidad para Puerto Rico pero nada sucedió.
La octava señal nos la expresan entre 1990 y 1991, cuando el presidente George Bush, el gobernador y presidente del Partido Popular Democrático, Rafael Hernández Colón; el presidente del Partido Nuevo Progresista, Carlos Romero Barceló; y el presidente del Partido Independentista Puertorriqueño, Rubén Berríos; endosan un proyecto de plebiscito que luego muere en un comité senatorial. Hay personas en los Estados Unidos que alegan demagógicamente que el problema es que los puertorriqueños no nos ponemos de acuerdo. En esta ocasión había consenso, pero ellos no actuaron, pues no estaban dispuestos a comprometerse con darle la estadidad a Puerto Rico.

La novena señal nos la dan en el 2001, cuando el presidente George W. Bush se refiere a Puerto Rico como: “Our friends and neighbors and they don’t want us there.”

Y la décima señal nos la envían en el 2005, cuando uno de los principales ideólogos de los Estados Unidos, y profesor de la Universidad de Harvard, Samuel P. Huntington, levanta un grito de alarma contra la inmigración hispana y nos compara con los indios norteamericanos… y cito “Las tribus indias fueron reconocidas en el derecho estadounidense como naciones dependientes pero separadas, y son, junto a los puertorriqueños, los únicos grupos étnicos a los que se les han asignado extensiones de territorios exclusivamente para ellos”.

A estas señales, y como mencioné anteriormente, tenemos que añadirle la salida de las fuerzas armadas de Puerto Rico, los cuatro informes del Gobierno Permanente y la eliminación de los incentivos contributivos.

Éstas y otras señales hablan por sí solas; la novia no quiere casarse. Y nos lo llevan repitiendo por más de cien años. Podemos continuar dándole vuelta a la casa de la novia, pero con el tiempo nos deterioramos… quemamos suela… perdemos el rumbo… Es indigno seguir en el sueño del olvido esperando a que la novia pueda algún día cambiar de parecer.

Para evaluar verdaderamente la opción de la anexión, primero debemos recibir una invitación de los Estados Unidos para unirnos a ellos. Esto no ha sucedido en un siglo y es obvio que no sucederá. Ellos no quieren que Puerto Rico sea parte de los Estados Unidos. Ése es su derecho y lo tenemos que respetar. No se trata de ser pro o antiamericano; se trata de tener los pies en la tierra. Continuar discutiendo las ventajas o desventajas de la estadidad es un ejercicio estéril. Los propios estadounidenses no respetan a los cabizbajos. Ellos respetan a quienes se respetan a sí mismos.

La estadidad está disponible para los puertorriqueños, al igual que para cualquier ciudadano del mundo que quiera reubicarse en los Estados Unidos.
Es por eso que en mi apreciación, Puerto Rico tiene sólo dos opciones reales de definición. El territorio o la soberanía.

Los recientes estudios del Gobierno Permanente definen nuestro status como un territorio… el jurista e ideólogo del Estado Libre Asociado, José Trías Monge, lo define como una colonia.

Nosotros aquí podemos ponerle el nombre que queramos a nuestro status actual. En un momento dado la Metrópoli compró el nombre de Estado Libre Asociado. Es obvio que ya no lo compran. Eso no quita que uno se pueda encontrar políticos estadounidenses que, luego de recaudar fondos para sus campañas, hagan cualquier tipo de declaración que les pidan sus anfitriones.

La Constitución de los Estados Unidos especifica que el Congreso es el responsable de los territorios… Si Puerto Rico no es un territorio, ¿por qué es el Congreso el que hace las determinaciones sobre Puerto Rico?

No importa el nombre que le pongamos al status, la realidad es que la relación actual es una colonial y que el gobierno de los Estados Unidos nos trata como un territorio y… esta situación no es cónsona con el mundo moderno y globalizado del siglo XXI…

No es digno que la decisión de quién debe ser nuestro gobernador la tome un tribunal en Boston, nombrado por un Presidente y confirmado por un Senado que no han sido electos por los puertorriqueños...

No es digno que nosotros no podamos determinar si invitamos a un Premio Nobel extranjero para enseñar en la Universidad de Puerto Rico sin contar con el visto bueno de un burócrata estadounidense…

No es digno que nosotros no podamos seleccionar los atletas que pueden venir a Puerto Rico…
No es digno que no podamos maximizar un proyecto económico innovador como el megapuerto, debido a unas arcaicas leyes federales de cabotaje…
No es digno que tengamos que hacer actividades de recaudación de fondos para las campañas de congresistas, para que luego nos asignen transferencias federales…

No es digno que un Congreso sin verdadero conocimiento, interés o compromiso con Puerto Rico tenga poderes plenarios sobre nuestro país…
No es digno que jóvenes puertorriqueños den sus vidas o sean lesionados en una guerra absurda declarada por un presidente que no fue electo por los puertorriqueños…

No es digno que un grupo de agentes federales de inteligencia penetraran nuestro país y asesinaran el pasado 23 de septiembre en Hormigueros a Filiberto Ojeda Ríos, un puertorriqueño de 72 años que fácilmente hubiera sido capturado… y que los federales ni siquiera sientan que deben darnos una explicación.
Estas situaciones indignas no son cónsonas con un país del valioso recurso humano nuestro, de cara a un nuevo siglo, en un mundo globalizado y donde no hay lugar para el mundo de las colonias.

No descarto las buenas intenciones de los creadores del status actual, y la historia es testigo de las gestiones que se han hecho para que el status evolucionara. Pero la realidad es que Puerto Rico no ha estado, no está, ni estará entre las prioridades de la Metrópoli.

Sobre la independencia, la misma es un concepto inexistente en el siglo XXI… nadie es independiente. ¿Son México, China y los Estados Unidos independientes? El concepto clave es la soberanía. Se es o no se es soberano. No hay términos grises o definiciones novedosas: esto es blanco o negro. La soberanía es la autoridad suprema del poder público sobre un territorio y sus habitantes. El antónimo de la soberanía es la dependencia.

Puerto Rico está en una formidable plataforma para lanzarse al siglo XXI. Tenemos tres nortes… los Estados Unidos, con quien siempre tendremos una estrecha relación, no sólo por la historia de una asociación de más de un siglo, sino porque tenemos 4 millones de hermanos en ese país y, como el propio presidente George W. Bush definió, somos sus amigos y vecinos; el segundo norte es la Unión Europea vía nuestra antigua Metrópoli, España, de donde surgen nuestras raíces e idioma. En este grupo de una veintena de países está la civilización más avanzada del planeta. Éste será el segundo grupo más importante del siglo XXI. Y el tercer norte es el inminente poderío chino, que encabezará el liderazgo mundial en este siglo.

Con América Latina siempre tendremos unos vínculos culturales y emocionales. Pero nuestra historia nos ha separado de ese continente controlado mayormente por oligarquías y marcadas estructuras sociales. El cambio de soberanía en el 98 y la revolución social instigada por el Partido Popular en las décadas de los cuarenta y cincuenta, nos liberó de esas oligarquías.

Desde una plataforma soberana, en la cual tengamos en nuestras manos nuestro destino… Puerto Rico debe planificar su propio derrotero:
No hay que reinventar la rueda… hay que edificar desde lo ya inventado o experimentado. Hay que buscar lo mejor de todo el mundo.
Hay que adaptar los modelos económicos exitosos de países como Singapur, Nueva Zelanda, e Irlanda, abriendo el país a inversiones extranjeras, pero con un plan coordinado que vaya de la mano con el establecimiento de una vibrante empresa privada local. Nuestro objetivo final debe ser edificar un modelo económico tan emocionante que los boricuas que emigraron regresen debido a las oportunidades… ése ha sido el caso en Irlanda.
Hay que invitar a ganadores de premios Nobel a que se ubiquen en Puerto Rico o pasen temporadas al año.

Hay que adaptar los sistemas de salud pública de Europa, donde uno acude a un hospital público gratuito, y parece que está visitando un hospital privado en los Estados Unidos… o como en Canadá, donde las medicinas son de la más alta calidad a precios razonables.
Hay que ver cómo en Europa la mejor educación primaria, secundaria y universitaria la proporciona el Estado.
Hay que estudiar cómo Israel ha maximizado su agricultura en un desierto árido.

Hay que convertir a Puerto Rico en una plaza de arquitectura de avanzada como lo está logrando España.
Hay que ver cómo Estonia ha convertido un gobierno colonizado, centralizado y dominado por una metrópoli comunista, en uno de los gobiernos más abiertos, ágiles y modernos del mundo.

Hay que darle los recursos apropiados al Festival Casals, el cual es único en su clase y cuya historia es la envidia de cualquier país fuera de Europa.
Hay que expandir la educación musical a jóvenes de todas las edades. La música corre por las venas de los boricuas, y trae disciplina, orden, conjunto, armonía y alegría. La familia Figueroa, músicos que ocupan sillas en principales orquestas del mundo como las de Filadelfia y la Metropolitan Opera, el éxito internacional de El Gran Combo y Daddy Yankee, son sólo algunos ejemplos de nuestro talento musical.

Hay que fortalecer la enseñanza de los idiomas español e inglés y comenzar en la universidad la del mandarín. La enseñanza del inglés, al no estar matizada ya por aspectos políticos, debe recibir la más alta prioridad.

Hay que establecer programas de intercambio estudiantiles con China y descubrir esa fascinante cultura milenaria.
Hay que convertirnos en un país con orientación tecnológica. El ciberespacio es nuestra puerta al universo. Si una ex colonia comunista como Estonia lo logró… ¿por qué nosotros no?

Hay que evaluar por qué la vasta mayoría de los gobiernos del mundo son parlamentarios con una sola cámara, selección que nos hubiera evitado la actual pesadilla de un gobierno compartido, con el cual estamos forzados a sobrevivir hasta el 2009.

Hay que evaluar cómo en Europa, donde existen los sindicatos más poderosos, se pueden armonizar los intereses del patrono y el obrero.
Hay que estudiar sociedades de avanzada en Europa con baja criminalidad, planes de medicación de drogas, y programas efectivos de rehabilitación del confinado, excluyentes de la barbarie de imponer la pena de muerte. Hay que aceptar que la salud mental de un pueblo es neurálgica para el bienestar de la sociedad.

Hay que ver cómo países como Australia pueden asignar la más alta prioridad a la conservación de la naturaleza sin afectar el desarrollo de sus industrias, incluso la pesquera. ¿Cómo es posible que una isla como Puerto Rico, rodeada de agua por todos sus costados, no tenga una vibrante industria de la pesca? Nuestra principal fuente de alimentación bordea nuestra isla, no hay que importarla y es gratuita. La conservación ordenada del mundo marino maximiza la alimentación proveniente del mar.

Puerto Rico tiene que proteger su naturaleza. El desarrollo urbano no puede estar a la deriva en manos de los políticos oportunistas de turno. Para ilustrar con un ejemplo, en las islas de Martha’s Vineyard o Nantucket, en el estado de Massachusetts, o en la isla Catalina, en California, no se permitiría los desarrollos que inversionistas locales y estadounidenses pretenden hacer en Vieques y Culebra. Al cruzar el puente George Washington en Manhattan y entrar en Nueva Jersey, uno puede conducir por media hora atravesando un hermoso parque verde, al que nadie se le ocurriría urbanizar como hemos hecho en Puerto Rico en el mismo barrio Jájome, en Cayey. Conservar nuestras áreas verdes y nuestra vida marina tiene que tener la más alta prioridad para este país, ya que son áreas que se afectan permanentemente.

La industria de la construcción es importante para un país, pero tiene que estar supeditada a los intereses del pueblo y armonizada dentro de un plan de desarrollo urbano. Nosotros no tenemos el derecho de destruirles la naturaleza a las futuras generaciones. Tenemos la obligación de preservar nuestras montañas, valles, ríos, playas, costas, mares, árboles, corales, fauna y flora. La naturaleza es la creación de Dios y nadie tiene derecho a su destrucción.
Puerto Rico tiene que incursionar en el principal deporte mundial, el fútbol, el único deporte verdaderamente internacional y cuya teleaudiencia acumulada durante la Copa Mundial sobrepasa los 30,000 millones. Esto no es como la Serie Mundial de Béisbol en la cual sólo pueden jugar los Estados Unidos y Canadá. Ver países como Trinidad, Costa Rica y Ecuador participar en una Copa Mundial cuando ni siquiera China, Rusia, Chile o Noruega cualificaron, debe ser un estímulo para nuestros deportistas capaces de derrotar al Dream Team en Atenas.

Para terminar, quiero compartir una reciente experiencia en la cual la Fundación Voz del Centro obsequió 30 ejemplares del libro Voces de la Cultura al Departamento de Educación. Como parte del ofrecimiento, estamos visitando las escuelas públicas para presentar el libro a los estudiantes. He invitado a que me acompañen a los participantes de las entrevistas incluidas en el libro: he visitado escuelas en el área metropolitana con Chuco Quintero, Pinchi Méndez, Toño Gaztambide, Juan Ma, Pancho Moscoso, Jeannette Ramos y Amílcar Tirado; en Cayey con Luis Camacho, y en Ponce, el Día de la Masacre de Ponce, con Noel Colón Martínez. Ha sido una experiencia reveladora… nuestra futura generación está llena de jóvenes ansiosos por aprender y llenos de preguntas, intereses, optimismo y alegría. Algunos estudiantes batallan con sus estudios, a pesar de vivir rodeados de dracónicas circunstancias personales. Hay motivación entre los maestros… hay recursos. El problema de Puerto Rico no son los jóvenes, sino los adultos… Los adultos de todas las edades y generaciones. Los problemas y las soluciones de Puerto Rico no se pueden encajonar en grupos de una vieja o nueva generación. Los jóvenes esperan que los adultos les construyamos los cimientos para un mundo mejor, en el cual ellos puedan incursionar. Esta rica y valiosa experiencia con los estudiantes del sistema de educación pública fue el principal factor que me motivó a aceptar esta invitación de dirigirme a ustedes en el día de hoy. Nuestros jóvenes merecen que los orientemos con nuestras mejores experiencias y pensamientos sin mezquindad, oportunismo y evitando comunicar lo que es “políticamente correcto”. A ellos les dedico este mensaje en un gesto recíproco por lo que ellos me han aportado.

La clave para entrar en el siglo XXI está en manos de nosotros, los puertorriqueños. El Puerto Rico del siglo XXI no está en manos de Washington… nuestros amigos y vecinos ya han enviado sus mensajes y no hay peor sordo que el que no quiere oír.
No tenemos tiempo para continuar soñando con esquemas ilusos.

No tenemos tiempo para continuar con un status que está en un franco deterioro, afectando nuestra economía y fibra social, y el cual no goza del entusiasmo de la Metrópoli.

Tenemos que emular la flexibilidad y adaptación a los tiempos del propio Luis Muñoz Rivera.
Tenemos que buscar nuestro propio derrotero…y un país con el recurso humano que tenemos, que derrota a un Dream Team en Atenas, no debe tener miedo alguno.
Eso es lo que todos nosotros les debemos a la nueva generación de jóvenes estudiantes… y a los que todavía no han nacido.
El futuro está en manos de la sociedad civil, la empresa privada, los sindicatos y el gobierno, en ese orden.
Yo soy de los que creen que no sólo el vaso está medio lleno, sino que lo podemos llenar completamente.
Muchas gracias.

* Discurso pronunciado por el autor, Presidente de la Fundación La Voz del Centro, el pasado 17 de julio de 2006 en la conmemoración del natalicio de Luis Muñoz Rivera, en el municipio de Barranquitas.

cyberdos dijo...

descubrio el pacifico.

aunque es bueno de vez en cuando volver a oler las algas de mar.

cyberdos dijo...

me esta gracioso que mientras promueve el balonpie, repite dos veces lo de:
"que derrota a un Dream Team en Atenas"

no se nota que le gusta el bajke.

jejeje

Ao ©® dijo...

A juzgar por el lenguage, el autor está un poco perdido en altamar. El discurso no está ofreciendo nada nuevo, ni mucho menos es progresista en su contenido, pero en un contexto (tal vez por eso la insipidez del lenguage) donde todavía hay quienes argumentan demagógica y exclusivamente que el Vate le puso zapatos a todo el mundo o que la estadidad es para los pobres, si es un paso de avance.

Recientemente escuché por radio una entrevista al tipo donde ampliaba sobre su discurso y me pareció mayormente convincente su mensaje. Por otra parte, cabe señalar que ni la cultura ni la economía se cimientan sobre una victoria de básquetbol en Atenas...